jueves, 20 de agosto de 2009

[Abrazos]




Tras un beso, puede ir otro más, o quizas una caricia, una mirada, pero nada, nada, como un abrazo. Uno de esos abrazos que te hacen desear parar ese momento, en los que no caben dudas, aquellos en los que te sientes segura y verdaderamente querida.


Y claro que otro beso nunca está de más, las caricias han de ser siempre gráciles compañeras, y, una mirada endulza nuestros oídos...todo esto envuelto con una sincera sonrisa se convierte en un recuerdo que sin duda es seguido por un cálido suspiro. Pero, los abrazos son especiales, son el sello que toda carta de amor necesita, son el abrigo en la noche más helada, son la fuerza tras la derrota.

...


Tu mirada quema mi pupila sin compasión. Tus firmes palabras secan mi boca y disipan toda ilusión. Siento como el miedo recorre cada poro de mi aspera piel.
Quedan escasos segundos para que tu abrazo hiele mi corazón. Cuanto más te acercas e intentas disuadirme más asfixia mis sentidos la desesperación de saber que este es mi último resquicio de vida. Lo único similar a un consuelo es el hecho de que mi debilidad sea fruto de el extraño encanto que me transmite tu frialdad.
Tus labios quebradizos me muestran su lado más apetitoso; la felicidad que me concederia dormir junto a ti eternamente...me hace dudar, estremecerme al pensar en el deseo de libertad, el fin de mi mundo raro, borrar sin reescribir tras la nada.
Lágrimas de impotencia se vuelven escarcha.
Mis sentimientos, como todos; carecen de sentido, no atienden a lógica, y a pesar de ser conscientes de la inevitabilidad de tu llamada no son capaces de frenarse, de desvanecerse, siguen ahí, hasta el último instante.
Me niego a llorar porque todo acabe, a resignarme o gritar buscando una salida inexistente...prefiero entregarme a ti portadora de una sonrisa inquebrantable, y alimentarla con la paz que me regala el haber disfrutado hasta el final.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Bienvenidos a mis delirios.


Bien...acabo de entrar por la ventana; voy a sentarme en esa desgastada silla, probar la tinta de aquel bolígrafo y destrozar la blancura de este papel.
Mientras tanto, tal vez tú quieras mirar desde tu confrotable asiento, y repasar cada uno de mis delirios, quizás, hasta te aporten algo.


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Ewilan*