jueves, 20 de agosto de 2009

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Tu mirada quema mi pupila sin compasión. Tus firmes palabras secan mi boca y disipan toda ilusión. Siento como el miedo recorre cada poro de mi aspera piel.
Quedan escasos segundos para que tu abrazo hiele mi corazón. Cuanto más te acercas e intentas disuadirme más asfixia mis sentidos la desesperación de saber que este es mi último resquicio de vida. Lo único similar a un consuelo es el hecho de que mi debilidad sea fruto de el extraño encanto que me transmite tu frialdad.
Tus labios quebradizos me muestran su lado más apetitoso; la felicidad que me concederia dormir junto a ti eternamente...me hace dudar, estremecerme al pensar en el deseo de libertad, el fin de mi mundo raro, borrar sin reescribir tras la nada.
Lágrimas de impotencia se vuelven escarcha.
Mis sentimientos, como todos; carecen de sentido, no atienden a lógica, y a pesar de ser conscientes de la inevitabilidad de tu llamada no son capaces de frenarse, de desvanecerse, siguen ahí, hasta el último instante.
Me niego a llorar porque todo acabe, a resignarme o gritar buscando una salida inexistente...prefiero entregarme a ti portadora de una sonrisa inquebrantable, y alimentarla con la paz que me regala el haber disfrutado hasta el final.

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