jueves, 23 de diciembre de 2010
Sin ojos.
La duda inconsciente, seguida del sentimiento inevitable. Que los días se vuelven grises por tenerle miedo a pintarse de cualquier color; y los colores, temor a que les coja un mal día.
Una monotonía destronadora se acomodó en tu pequeña alma, destruyó tus más grandes espectativas.
Todo puede llegar a ser tan vanal cuando tu interior se rinde al cansancio.
Navegan por tus ojos las lágrimas, indecisas. Te asfixian los pensamientos, inoportunos. Pero debes sonreir y decir que todo está bien, confías en que el mañana será distinto, y sería injusto hacerles preocuparse hoy.
Y un abrazo puede ser tan decisivo, que grita por ti tu mirada y él es capaz de hacerla susurrar.
Se te hace tarde, cada vez más oscuro, más sueño... sonríe y muevete antes de quedarte dormido.
El final está donde tú pongas el punto; y el principio, tan solo tienes que empezarlo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me gusta (te sigo en el blog, por si no lo sabias xDDD).
ResponderEliminarLa frase del final es lo MAS :)